Para entenderlo mejor es necesario observar cómo es la espalda. Su base es un complejo entramado de tejidos interconectados que son muy sensibles al movimiento; cualquier irritación o inflamación de los mismos puede derivar en distensión muscular y dolor.
¿Has sentido alguna vez una fuerte y molesta punzada en la zona lumbar durante uno o varios días? Este es un problema muy frecuente y se conoce como lumbalgia o lumbago.
Su sintomatología se manifiesta entre los 25 y los 65 años por múltiples causas y distintos matices, pudiendo ser desde una complicación transitoria a un diagnóstico crónico. Como dato curioso, a mayor juventud mayor es la probabilidad de sufrirlo.
Síntomas más frecuentes:
- Puede ser un dolor leve que dure solo unas horas o un día.
- Se puede sentir molestias con el contacto, apollo, o al palpar la zona.
- Dificultad y dolor en respuesta al movimiento, desde leve a severo, impidiendo incluso que la persona pueda andar.
- Molestias que se irradian a otras zonas, como la pierna, el glúteo, o hacia arriba en dirección al cuello.
- Dolorosos espasmos musculares localizado en la parte inferior de la espalda.
Un simple movimiento brusco puede causar distensión muscular, microroturas de tejidos internos, músculo o ligamento, que después se inflaman. La gravedad la determina el grado de dolor y es importante detectar la causa para decidir el tratamiento a seguir, pasando por hacer correcciones posturales.
En cuanto se siente dolor hay daño y se debe tomar medidas. La primera y más evidente es parar la actividad y entrar en “modo reposo”. Los tres o cuatro días siguientes es muy recomendable suspender las rutinas físicas habituales, incluso las aparentemente más terapéuticas como el yoga, o el pilates suave. No se trata de guardar cama, sino de minimizar el impacto del movimiento para ayudar a los tejidos a bajar la inflamación.
Si tienes dudas visita a tu fisioterapeuta. Debido a la inflamación difícilmente podrá manipular el área, pero sí darte pautas muy claras sobre lo que debes hacer y lo que no según tus costumbres.
Aplicar frío y calor ayudará a activar la circulación de la zona y a que se recupere más rápidamente. Compresas con guisante fríos, o geles con efecto criogénico para enfriar, una manta eléctrica, o una bolsa de agua caliente para proporcionar calorcito.
Cuidado con abusar de los antiinflamatorios. Dependiendo de la intensidad de los dolores quizá haya que recurrir a ellos como refuerzo, pero los analgésicos son una trampa, ya que pueden dar la falsa sensación de mejoría, de manera que te saltes el proceso de reposo y derive después en un empeoramiento de la dolencia.
¿Cómo puedes prevenir esta patología?
La más básico es aprender a tomar conciencia corporal. Ser consciente de cómo te mueves, caminas, te sientas, duermes, de tus gestos diarios tanto dentro como fuera del trabajo, influye en mejorarlos de forma que sean más sanos, gráciles y amables para el esqueleto y los músculos.
La segunda es creando fortaleza y elasticidad. Una espalda fuerte y flexible es menos propensa a lesionarse fácilmente, y de hacerlo, se recupera con mayor rapidez.
Otra forma de prevenir el lumbago es evitando coger cosas muy pesadas, hacer pequeños estiramientos cada tres horas si trabajas sentado, evitar el sedentarismo, mantener un peso adecuado y, ojo, no hacer deporte sin haber calentado antes y no saltarte nunca los estiramientos de recuperación.
En The Holistic Concept hemos desarrollado una amplia gama de prácticas dirigidas a mantener la salud de la espalda y prevenir lumbalgias y otras dolencias.
Este 2019 comienza a cuidarte y a practicar tu bienestar, tu cuerpo y tu mente lo agradecerán.
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