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Los espacios de trabajo abiertos, ¿van en contra de la concentración?

Los espacios de trabajo abiertos, ¿van en contra de la concentración?

Los espacios de trabajo han experimentado una transformación radical en los últimos años. La generalización de tendencias como las oficinas abiertas, el coworking o el teletrabajo ha hecho que las oficinas convencionales, repletas de cubículos, despachos y salas de reuniones, se conviertan en algo del pasado.

Según la revista Forbes, actualmente en Estados Unidos el 70% de las oficinas son abiertas; además, según una encuesta realizada por Steelcase e IPSOS a nivel mundial, el 85% de los trabajadores no puede concentrarse en espacios diáfanos, y un 31% asegura que tiene que abandonar la oficina para acabar su trabajo. Sin embargo, no hay ninguna startup o empresa que presuma de estar al día y no tenga unas oficinas abiertas, al más puro estilo de Google o Facebook. También ganan terreno los espacios de coworking, en los que se alquila el uso de un puesto de trabajo en una oficina abierta compartida con otros trabajadores. Estas nuevas tipologías de espacios de trabajo ofrecen algunas ventajas: fomentan la colaboración, crean sinergias, reducen los costes fijos, liberan recursos de la empresa, etc. Sin embargo, los profesionales también necesitan tranquilidad y privacidad. 

Trabajar en una sala compartida con decenas de personas puede ser genial para sentir el ritmo del negocio; pero cuando hay que concentrarse para elaborar una propuesta creativa o escribir un informe, apetece tener más calma. Más aún cuando es necesario realizar una llamada o videoconferencia importante o mantener una reunión confidencial, por ejemplo una negociación o un proceso de selección. Solo hay que fijarse en un detalle muy revelador para darse cuenta: ¿cuántas de las personas que trabajan en una oficina abierta o compartida llevan auriculares para intentar aislarse del bullicio ambiental?

Debido al alza del precio de las oficinas, algunas empresas han tenido que trasladar su sede fuera del centro de las ciudades, para poder tener una oficina amplia y luminosa. Por otro lado, existen muchas empresas que, pese a tener unas oficinas céntricas, necesitan más espacio de forma puntual. Para ambos casos, las alternativas disponibles son costosas y/o poco satisfactorias: reservar una sala de hotel, buscar una cafetería tranquila o alquilar un puesto en un espacio de coworking. Algunos centros de negocios y hoteles también alquilan salas, pero a menudo hay que reservar un tiempo mínimo y avisar con días de antelación, además muchas de ellas están situadas en sótanos o no ofrecen ninguna privacidad. 

Para dar respuesta a esta creciente necesidad de espacios de trabajo privados y flexibles, en 2016 pusimos en marcha Sheltair. Se trata de una plataforma que permite contratar oficinas y salas de reuniones por horas (desde 30 minutos) en ubicaciones céntricas con total privacidad. 

Sin duda, las nuevas tendencias en los espacios de trabajo han aportado muchas ventajas a las empresas en términos de colaboración, productividad y ahorro. ¡Nadie querría volver a las viejas oficinas repletas de cubículos de antaño! Aunque está claro que la evolución de los espacios de trabajo no se detiene y el futuro es el espacio como servicio: contratar al instante el sitio que necesitamos para trabajar, en el lugar en el que nos hace falta, sin tener que preocuparnos por reservar con antelación o comprobar si tiene el equipamiento adecuado.

Gracias a las nuevas tecnologías, los profesionales somos cada vez más nómadas, y en lugar de encadenarnos a una oficina, necesitamos espacios de trabajo capaces de seguir nuestro ritmo.

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