Actualmente está muy presente el debate entre el talento y el conocimiento. Hoy en día, las empresas, a la hora de contratar personas, prefieren candidatos con un nivel alto de adaptabilidad y dotados de soft skills, situando en segundo término los títulos universitarios o de formación profesional que acreditan un conocimiento en particular. Las empresas dan más importancia a lo que las personas son capaces de hacer con el conocimiento (resolución de problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad, gestión de personas, etc.), que al conocimiento en sí mismo. Las compañías necesitan otro tipo de personas en sus organizaciones, personas capaces de adaptarse a la cultura evolutiva de la corporación y a los continuos cambios internos y externos. Vivimos una sociedad líquida, en palabras de Zygmunt Bauman.
El resultado es que algunos puestos de trabajo se han extinguido o están en vías de extinción, dando paso a otros nuevos, algunos de los cuales todavía no somos ni capaces de imaginar. Por eso es importante que modifiquemos el sistema educativo que forma a nuestros niños y jóvenes. El objetivo es que cuando salgan al mercado laboral para iniciar la búsqueda de su primer trabajo, estén preparados para un entorno global y tecnológico, que priorizará el talento y las competencias por encima del conocimiento.
Los ciudadanos del mundo estamos viviendo una transformación digital y tecnológica de grandes dimensiones en la que los cambios se suceden exponencialmente. En este sentido, muchas empresas, profesionales y autónomos se están quedando en “fuera de juego”. Vivimos en un entorno en que los puestos de trabajo mutan para adaptarse a las innovaciones que han llegado o están por llegar en un futuro muy cercano. Pero muchos de los conocimientos y habilidades que hasta ahora servían no se ajustan a estos nuevos puestos de trabajo cuyos requisitos están evolucionado muy rápidamente. Algunas personas que no están preparadas para desempeñar con éxito algunas de las nuevas tareas requeridas por las compañías corren el peligro de ser expulsadas del mercado laboral. Además, se están generando nuevos puestos de trabajo que requieren conocimientos y habilidades muy distintas a las que la mayoría de los individuos que están en el mercado laboral tienen.
Las empresas dan más importancia a lo que las personas son capaces de hacer con el conocimiento (resolución de problemas complejos, pensamiento crítico, creatividad, gestión de personas, etc.), que al conocimiento en sí mismo.
La necesidad de un nuevo sistema educativo creativo
La situación es compleja y la única salida posible pasa por reconocer la importancia de la educación y el cambio de paradigma pedagógico necesario. Nos jugamos el futuro, la competitividad y el bienestar de nuestra sociedad en la calidad de nuestro sistema educativo. Por ello es tan importante que sea una de las prioridades y se dote al sistema de los recursos necesarios. Nuestro sistema educativo debe experimentar una revolución pedagógica que permita la capacitación de nuestros niños y jóvenes para afrontar con garantías un mundo incierto, en el que deberán ser capaces de resolver unos retos de grandes dimensiones.
Por todo ello, es necesario fomentar la creatividad desde una edad muy temprana. La creatividad se aprende, como se aprende a leer y escribir. Y esta creatividad se debe orientar a la innovación y a la resolución de problemas complejos. De hecho, esto es lo que estamos impulsando desde la Fundació per a la Creativació, un proyecto pionero en el ámbito educativo que promueve, desde la educación primaria, la creatividad de los alumnos para convertirla sistemáticamente en innovación. De esta forma estamos “entrenando” a nuestros niños para que se conviertan en los emprendedores del futuro. A la vez también se facilita su empleabilidad en un entorno en el que las empresas competirán por atraer y retener emprendedores internos con talento.
En el ámbito empresarial, las compañías están obligadas a participar como actores que son de esta transformación, interviniendo activamente en el debate del talento que necesitaremos en el futuro, influyendo y orientando el sistema educativo, ofreciendo planes de formación internos, formación profesional dual y prácticas a los alumnos para que conozcan el entorno empresarial mientras están estudiando. La obligación de nuestra sociedad es preparar a las generaciones futuras para este nuevo mundo global, digital y tecnológico que ya ha llegado.
Pep García, economista, empresario y vicepresidente de la Fundació per a la Creativació.
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