Algunos estudios afirman que el cincuenta por ciento de la población mundial es introvertido, aunque según los expertos no existen introvertidos o extrovertidos al cien por cien sino individuos con más o menos tendencia a serlo. En sociedades abiertas, conectadas y modernas como las actuales, la sociabilidad, la extroversión, el don de gentes y la comunicación son muy valorados. «Responde a lo que se conoce como el “ideal del extrovertido”, el perfil de personalidad que se nos ha impuesto», afirma Mihaela Enache, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
No solo socialmente, también en el mundo laboral, se penalizan muchas de las características de los introvertidos: «se favorecen los perfiles más extrovertidos, dado que se considera que una persona con habilidades interpersonales, espontánea y comunicativa, ofrece más prestaciones sobre todo para trabajos con interacción constante, como puestos directivos, departamentos comerciales o que requieran trato directo con el público», afirma Enache.
«Vivimos en una sociedad que, en apariencia, parece estar dominada por la personalidad extrovertida. Parece que las personas extrovertidas pueden con todo y son capaces de enfrentar cualquier circunstancia», afirma Manel Fernández Jaria, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
A los introvertidos, generalmente, se los etiqueta como antisociales, tímidos o con pocos amigos. La definición más psicológica del término introvertido, apunta Fernández Jaria, es la condición individual que se caracteriza por la inclinación hacía el universo interior, mostrarse reservado o con tendencia a no exteriorizar las emociones. «Se los ha tratado erróneamente y se los ha etiquetado de modo negativo», afirma Sílvia Sumell, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, que añade que «no tienen problemas de habilidades sociales, sino que les puede costar más relacionarse con grupos grandes, pero en cambio se desarrollarán mejor en grupos pequeños».
Un jefe introvertido puede ser un muy buen jefe
«Hay muchos estereotipos e ideas distorsionadas sobre las personas introvertidas y el mundo laboral se ve afectado por esto», afirma Sumell. A la hora de ascender a jefe, director o coordinador de un equipo, los estereotipos negativos que acarrean socialmente los introvertidos interfieren en su crecimiento y trayectoria laboral. «La mayoría de las empresas optan por perfiles más extrovertidos para ocupar posiciones de liderazgo, pero cada vez hay más investigaciones que sugieren que el liderazgo no requiere ser extremadamente sociable, los líderes más eficaces no entienden como indispensable el perseguir la notoriedad», afirma Enache.
«Concretar y hacer realidad los proyectos de un grupo de personas son habilidades que se encuentran tanto en los introvertidos como en los extrovertidos», explica Enache, que afirma que «saber escuchar y considerar las aportaciones de los profesionales con los que se trabaja son habilidades que se valoran y por las que no únicamente se buscan perfiles extrovertidos».
En este sentido, Fernández Jaria coincide en que la escucha activa, mantener y transmitir calma a la hora de tomar decisiones, procesar la información, pensar antes de hablar, empoderar y tener más tendencia a profundizar son rasgos propios de las personas más introvertidas y características que cualquier líder querría tener. El problema está cuando la empresa parece no ver estas habilidades porque solo valora los rasgos de personalidad extrovertidos. «Los sistemas de gestión de talento deberían también estar diseñados para identificar el talento que está en las personas menos extrovertidas», puntualiza Jaria.
Oficinas abiertas y trabajo cooperativo, los enemigos de la creatividad de los introvertidos
Oficinas abiertas, sin paredes, y trabajo colaborativo son algunas de las dinámicas que se abren paso en el mundo laboral, que parece estar cada vez más empecinado en acabar con el trabajo individual y la privacidad. «Los espacios abiertos favorecen el trabajo cooperativo, pero a veces impiden la concentración y el enfoque individual en problemas complejos. Es importante respetar los espacios de privacidad del empleado y crear espacios de trabajo flexibles, que combinen espacios abiertos con otros más tranquilos, con menos estímulos y menos ruidosos», afirma Enache. Las nuevas tendencias con relación a los espacios de trabajo abiertos, por ejemplo, pueden no ser las mejores para personas con rasgos introvertidos. «La persona introvertida valora más el mundo interior y no necesita de los estímulos externos; normalmente prefiere trabajar en lugares tranquilos, sin demasiado ruido, donde se pueda concentrar bien, sin interrupciones, donde le dejen tiempo para pensar, reflexionar… y en grupos pequeños», afirma Sumell, experta en psicología laboral.
«En cuanto a dinámicas, se puede trabajar algún día de manera remota o, por ejemplo, plantear reuniones donde se deje un tiempo para leer antes de discutir, se escriba individualmente lo que se quiere comentar o las propuestas que cada trabajador quiere plantear, como una estrategia para favorecer al introvertido (le dejamos un espacio de preparación) y al extrovertido (lo obligamos a ser más reflexivo), y de este modo equilibramos el terreno», propone Sumell.
Según diferentes estudios, los introvertidos tienen una correlación positiva con la creatividad, pero según los expertos las dinámicas de trabajo actuales pueden afectarla negativamente. «Los ambientes de trabajo abiertos pueden socavar la productividad creativa, especialmente entre los introvertidos», afirma Enache. De hecho, este tipo de perfiles muy creativos se pueden sentir frustrados en ambientes muy abiertos debido a interrupciones frecuentes, falta de privacidad, elevados niveles de estrés y sobreestimulación.
¿Qué aporta una persona introvertida a un equipo?
«Se sienten cómodas escuchando, son buenas resolviendo problemas, siempre que tengan el espacio y el tiempo para hacerlo, tienden a ser empáticas y van bien preparadas, porque no les gusta ser el centro de atención, así que preparándose bien, ganan seguridad», afirma Enache. En esta línea, Sumell enumera otros rasgos interesantes como una mayor capacidad de observación y de reflexión y menos impulsividad, no tienen miedo a delegar y valoran la colaboración por encima de la individualidad ya que no tienen necesidad de protagonismo.
«Aun así, como cualquiera, en un día malo un introvertido también puede presentar otra versión diferente: generación de incertidumbre, poca cooperación, parálisis por análisis, juicio silencioso, cierta rigidez o lentitud en el desarrollo de proyectos», afirma Fernández Jaria. «La importancia reside en potenciar la diversidad de personalidades, ambos perfiles aportan diferentes perspectivas que conducen a una mejor toma de decisiones y propuesta de soluciones ante los retos de los proyectos que tienen que abordar las organizaciones», concluye Jaria.
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