La irrupción de la COVID-19 ha supuesto una revolución en nuestras vidas, un tsunami que ha llegado, cargado de incertidumbre para alterar todo aquello que conocíamos y que formaba parte de nuestra rutina diaria.
Nos ha hecho detenernos y replantearnos qué es lo realmente importante y cuáles son los pilares personales que apuntalan y dan consistencia a nuestro bienestar. Las circunstancias han hecho que la Salud, en mayúsculas, se haya convertido en la principal preocupación tanto para los individuos como para la sociedad.
Pero, precisamente, uno de los hechos que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia es que el bienestar de las personas no se limita exclusivamente a su salud física, sino que está compuesto por factores determinantes e interconectados como el acceso a la atención médica, la salud mental o las relaciones familiares y sociales. De ahí la importancia de dar un paso hacia delante a la hora de entender el cuidado de la salud de las personas desde una nueva perspectiva, proponiendo un nuevo enfoque más amplio, que integre todas las esferas que influyen en el bienestar individual: Whole Health.
En este escenario, las organizaciones tienen una responsabilidad de primera línea, la de convertirse en un apoyo esencial para sus empleados; en una entidad bajo cuyo paraguas puedan restablecer el equilibrio entre su vida personal y sus obligaciones laborales, así como asumir el control de su salud integral.
Los trabajadores necesitan un mayor respaldo de sus empresas para afrontar los desafíos actuales. De hecho, según el estudio de ‘Cigna COVID-19 Global Impact’, la mayoría de los encuestados reclama más comprensión por parte de su empresa (58%), apoyo en materia de salud mental (55%), ayuda económica para costearse las pruebas de detección del COVID-19 (55%), un horario y un espacio de trabajo flexibles (50%), coberturas sanitarias mejoradas (50%) y herramientas y recursos para mantenerse saludables y físicamente activos (49%).
Ante este contexto es preciso que muchas organizaciones orienten su cultura empresarial vigente hacia una nueva forma de liderar más adecuada al nuevo entorno, que comprenda los condicionantes reales que están afectando a sus plantillas y que vele por el bienestar holístico de los trabajadores, protegiendo, en primer lugar, su salud mental. De este modo, las organizaciones demostrarán que están ahí para todo lo que los empleados necesiten y que harán todo lo posible por protegerles, a ellos y a sus familias.
A pesar de que durante mucho tiempo el cuidado de la salud mental se circunscribía a los periodos puntuales de crisis, tras la profunda transformación sufrida por la COVID-19, ha quedado demostrado que esto ya no es suficiente. Vivimos en una realidad incierta y altamente cambiante que desafía la salud mental de las personas. De hecho, tal y como hemos podido observar en la última oleada de encuestas del informe ‘Cigna COVID-19 Global Impact’, el 81% de la población española sufre estrés. La incertidumbre acerca del futuro (49%) y el miedo a contraer el COVID-19 (46%) resultan ser las principales causas de este sentimiento de tensión. Por esta razón, poner a su alcance servicios como la telemedicina, programas de asesoramiento, planes de well-being integral o seguimiento de dolencias crónicas será clave para mejorar el cuidado de la salud (Whole Health), tanto física como emocionalmente.
Y es que, de una forma u otra, el estrés siempre ha afectado a los trabajadores. Sin embargo, gran parte de sus desencadenantes ya no dependen de quién lo sufre, sino que provienen del exterior y son absolutamente inéditos. Desde los departamentos de RR.HH. es posible ayudar a los trabajadores a gestionar eficientemente los elementos para que puedan ser controlados, a entrenar la resiliencia y a prepararse psicológicamente para superar las potenciales dificultades que puedan presentarse. En este sentido, serán especialmente útiles las plataformas online de bienestar, los programas de resiliencia, el coaching o la orientación psicológica.
Asimismo, en el último año, el equilibrio entre la vida personal y profesional ha dejado de ser una mera aspiración y se ha convertido en una absoluta necesidad. El teletrabajo ha supuesto una oportunidad para avanzar en este campo, pero, al mismo tiempo, ha acarreado un inconveniente inesperado: la falta de desconexión. Ese estado ‘always on’ perjudica las relaciones familiares e impacta considerablemente en el bienestar holístico de los empleados (Whole Health). Por eso, es fundamental que las organizaciones impulsen medidas (políticas de conciliación, horarios limitados para la recepción de llamadas o correos…) para que los empleados organicen de manera efectiva las jornadas laborales, gestionen su carga de trabajo y disfruten del tiempo de descanso correspondiente.
Bajo esta premisa, desde Cigna ponemos a disposición de las empresas un plan que se ocupe de todas las áreas que influyen en el día a día de las personas: salud laboral, familia, hogar, red de apoyo, salud financiera y acceso a la atención médica. De esta forma, las compañías conseguirán que sus empleados se sientan totalmente secundados, que adquieran una seguridad y una capacidad de resiliencia que les proporcione los instrumentos idóneos para enfrentarse a los retos actuales y a los futuros.
Ya no basta con pensar en términos de cuerpo y mente o salud y enfermedad. Ahora es necesario contar con una perspectiva más amplia de la salud que aborde las consecuencias que está teniendo la crisis sanitaria en nuestras vidas a todos los niveles. Los nuevos tiempos requieren nuevos planteamientos centrados en el bienestar integral de las personas. De ahí que nuestro enfoque Whole Health nos permita entender y abordar la salud desde todos los ámbitos que conforman la realidad de una persona y que afectan a cómo se siente, actúa y percibe lo que le rodea. Una compañía que se compromete con las preocupaciones de sus empleados logrará mantener una fuerza laboral sana, implicada y eficiente.
Artículo escrito por María Sánchez, eHealth Manager de Cigna España.