Los datos de la última EPA reflejan un nuevo descenso generalizado en el número de desempleados, que también han experimentado los profesionales de más edad -aquéllos que superan los 55 años-. Si en el último trimestre de 2017 se contabilizaron 532.700, el pasado año cerró con una caída de 35.300, registrándose 497.400, la cifra más baja desde 2011.
Podríamos quedarnos únicamente con esta reducción, que refleja una tendencia positiva; sin embargo, si analizamos los datos con perspectiva, la EPA nos transmite nuevas señales que permiten realizar una reflexión más exhaustiva con respecto a la evolución de los seniors en el mercado de la última década.
En primer lugar, y mientras a nivel general el número de desempleados es un 3% superior que en tiempos precrisis (año 2008), en el caso de los mayores de 55 años la cifra se ha incrementado a un nivel mucho mayor, en un 126%. Así pues, hace una década se contabilizaban 220.300 parados mayores de 55 años y hoy la cifra crece hasta 497.400, a pesar de las reducciones experimentadas en los últimos años.
Más llamativo es el incremento de la proporción de desempleados mayores sobre el total: en 2008 suponían el 6,9% y hoy ya representan el 15% de las personas que buscan empleo en España.
Los seniors cobran protagonismo en el empleo
Pero, ¿por qué este crecimiento tan pronunciado en el desempleo de los mayores de 55 años, frente a la cifra más moderada del resto de edades? Varias razones subyacen detrás del mismo. Principalmente:
- Envejecimiento poblacional. En una sociedad en máximos históricos de envejecimiento, cada vez se contabilizan más personas en la franja de edad superior a los 55 años. Así, y por una cuestión demográfica, resulta lógico que cada vez tengan más peso sobre el total de activos que buscan empleo. Esta situación es contraria a la de los jóvenes: la representación de los menores de 25 años ha caído un 3,3% en los últimos 10 años.
- Crecimiento tasa de actividad. Resulta llamativo el incremento de la participación en el empleo de las personas mayores de 55 años. Si en 2008, la tasa de actividad de los profesionales entre 55 y 60 años era del 61,9%, hoy la cifra se incrementa hasta el 73,8% (*este porcentaje se refiere a las personas que tienen empleo o lo buscan sobre el total de esa franja de edad). Una situación contraria a la general: la tasa de actividad de la población española ha descendido del 60,3% al 58,6% en la última década. El motivo lo encontramos en un punto de inflexión: la crisis económica, que modificó el comportamiento de los seniors en el mercado. Si hasta el momento, gran parte habían permanecido inactivos o se retiraban del mercado laboral cuando perdían su empleo, hoy la tendencia es a la participación, fundamentalmente para contrarrestar los efectos de economías domésticas resentidas por la crisis y sus efectos: devaluación salarial y pérdida de ingresos, inferior cobertura de protección a los desempleados, etc
- Desempleo de larga duración. La incorporación de los mayores a la búsqueda de empleo no siempre tiene como resultado inmediato la consecución de un puesto de trabajo. Así, es significativo cómo muchos de los que se incorporan al mercado laboral, lo hacen directamente al desempleo, y además de larga duración. Hoy, el 68,6% de los desempleados mayores de 55 años lleva más de un año buscando empleo, frente al 47% general.
Sin empleo senior no hay futuro
A pesar de lo analizado, y según pone de manifiesto el informe #TuEdadEsUnTesoro, de la Fundación Adecco, más de la mitad (52%) de los currículos de los profesionales mayores de 55 años son descartados de forma automática por los reclutadores, esencialmente debido a prejuicios relacionados con unas “competencias desfasadas” o con “dificultades para encajar en una plantilla mayoritariamente joven”. Además, 7 de cada 10 responsables de Recursos Humanos admite no haber seleccionado a ningún trabajador de esta edad durante el último año.
En este contexto, Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco califica de “obsoleta e incoherente” la discriminación laboral a los profesionales de más edad. “No sólo es un contrasentido demográfico, sino que supone una merma de competitividad para las empresas que, al renunciar a este talento experto, se están cerrando a un público estratégico, cada vez más numeroso.
Además, Mesonero alerta del “grave peligro que la discriminación por edad supone para nuestro Estado del Bienestar; en una sociedad envejecida, donde el relevo generacional es deficitario, la contratación de mayores de 55 años se convierte en una necesidad imperante. Están en juego nuestras más preciadas conquistas sociales y el mensaje no puede ser más claro: las pensiones no estarán garantizadas sin natalidad ni empleo senior de calidad”.
De este modo: “el empoderamiento de los seniors ha de ser un asunto de Estado: los poderes públicos deben actualizar las políticas activas de empleo para equiparar a los mayores de 55 años con los más jóvenes en materia de formación, de modo que su experiencia se convierta en un valor añadido”. –concluye Mesonero.
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