Nuestra propia naturaleza nos lleva a tener ciertas tendencias perjudiciales a nivel grupal que generan ineficiencias en el trabajo en equipo. Tomar conciencia de estas ineficiencias permite a los integrantes de un equipo establecer pautas y compromisos que las corrijan, para lograr así que cualquier equipo sea productivo, con buenos resultados y mantenga un ambiente armonioso.
¿Cuáles son las actitudes que debemos de desarrollar en un equipo para trabajar eficazmente y contrarrestar estas ineficacias?
La primera, sin duda, es la CONFIANZA. Es la base de cualquier relación, y por tanto, el sustento para que cualquier equipo funcione con éxito. Todos los integrantes de un equipo deben cultivarla a través de la vulnerabilidad, es decir, reconociendo errores y pidiendo ayuda cuando la necesiten.
Otra actitud importante es la de resolver los CONFLICTOS de manera CONSTRUCTIVA. La comunicación constante haciendo visible cualquier problema que afecte al equipo y afrontarlo es el motor de la confianza, y fundamental para que todos los integrantes se involucren en la toma de decisiones encaminadas a un objetivo común.
Asimismo, es necesario que cada miembro del equipo adquiera un COMPROMISO con las acciones acordadas. En este sentido, necesitaremos que las acciones sean claras, se actúe sin miedo al error y tengamos en cuenta que es imposible contentar a todos y que no todas las decisiones tienen porqué estar totalmente consensuadas.
Que el equipo actué con RESPONSABILIDAD y que asuma las consecuencias de toma de decisiones conjuntas es también clave. El propio equipo debe garantizar que cada uno cumpla con las responsabilidades acordadas y que estén dispuestos a afrontar el conflicto cuando alguien no lo haga.
Por último, debemos ENFOCARNOS A RESULTADOS, entendiendo cada uno de los miembros el propósito de su equipo para que se comprometan con ello a nivel de grupo. Evitemos, por el contrario, cualquier comportamiento en el que los intereses personales se antepongan a los colectivos, ya que pueden resultar altamente perjudiciales para el equipo.
Además de estas actitudes, para contar con buenos jugadores de equipo necesitamos desarrollar tres virtudes esenciales: la HUMILDAD, en el sentido de pensar menos en cada uno y más en el grupo, EMPATÍA y HAMBRE, o esa motivación para dar un extra sin que lo pidan. La buena noticia es que las 3 virtudes son susceptibles de ser desarrolladas, y para ello el papel del líder es esencial como primer modelo de jugador de equipo.
Por Miguel López Morejón, director de Kayros Institute
Veces visto
27
All copyrights for this article are reserved to Observatoriohr