Reuniones, presentaciones a la directiva o a clientes, reuniones de equipo o incluso una cita en grupo puede acabar siendo una verdadera tortura para mucha gente.Lo que se ha venido a denominar miedo escénico o pánico a hablar en público podría, dependiendo de la persona, acabar con episodios de ansiedad, temblores o incluso pérdida de sueño. No solo se manifiesta a nivel psicológico, sino que también tiene un componente fisiológico que puede incluso llegar a paralizar a la persona.
¿Cómo se soluciona este tipo de fobias? Hay, según los expertos, dos tipos de acciones para llevar a cabo. Por un lado, las que tienen que ver con la relajación. Este tipo de disciplinas ayudan a controlar los nervios en situaciones extremas y a sentirse más seguro. Y, por otro lado, educando este nivel psicosocial a través de terapias y cursos que permiten mejorar la comunicación en público.
“Tras trabajar con más de 5000 personas tengo claro que decir adiós al miedo escénico está en nuestras manos. Pese a que parece algo irremediable, lo cierto es que yendo paso a paso se puede incluso entrenar a través de técnicas el ponerse a hablar delante de una audiencia sin nervios ni bloqueo”, comenta Natalia Gómez del Pozuelo, creadora del método AME.
Entrenadora de oratoria y escritora ha realizado entre sus alumnos un Estudio sobre los síntomas del miedo a hablar en público que muestra como es una dolencia que no tiene mucho que ver con el género, pero sí con el entorno profesional ya que así lo explica más del 74% de la muestra.
“El mayor impacto del miedo escénico es la pérdida de claridad mental a la hora de exponer (19,6%), seguida de los temblores en la voz y las manos y la sensación de ahogo”, explica Natalia. “El sistema endocrino segrega adrenalina y cortisol que movilizan la energía almacenada hacia los músculos, lo que provoca una elevación de la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la frecuencia respiratoria. Para solucionarlo es necesario reducir el estrés que produce esa situación, ya que no se trata de un peligro real”.
Sin duda, según se puede extraer el propio estudio, quienes están más dispuestos a acudir a las técnicas cognitivo-conductuales son los trabajadores por cuenta ajena (43%), que buscan mejorar su disposición comunicativa, pero también no ver mermadas sus posibilidades de progreso laboral.
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